Margarita Borja, Isabel López, Inés París y María de Álvaro, que moderó la mesa sobre ‘Mujeres y cultura’. Las ponentes subrayan que «el cine, el teatro y la música que hacemos tienen éxito. Los datos lo corroboran: el público se diversifica y aumenta la recaudación en taquilla»
ELENA RODRÍGUEZ
Lleva funcionando desde 2016. Se llama ‘Temporadas de Igualdad entre Hombres y Mujeres en las Artes Escénicas’ y lo promueve Clásicas y Modernas, la asociación para la igualdad de género en la cultura. El objetivo es instar a los agentes del sector a poner en práctica la paridad profesional en colaboración con organizaciones civiles y en cumplimiento de la Ley para la Igualdad. Se trata de una hoja de ruta que cada firmante asume durante un periodo de tres años en en tres ámbitos: producción y difusión, gobernanza y comunicación. La vicepresidenta de la entidad, la también poeta, dramaturga y directora de escena Margarita Borja lo detalló ayer. Trancurridos tres años, se ha hecho balance y la incorporación de las mujeres ha crecido hasta suponer un 58% en el Centro Dramático Nacional y un 60% en el Español, por ejemplo. Concha Hernández, directora del Centro Cultural Conde Duque, también participante en el programa, comentaba que «se había diversificado el público y se había incrementado la recaudación de la taquilla». Por tanto –añadía ayer Borja– «no hay excusas. El teatro, como el cine y la música que hacen las mujeres, tiene éxito».
Cambiar el relato. Transformar los contenidos. Ése es el quid para que las profesiones relacionadas con la cultura sean más justas, más ricas y más variadas, como también resaltó la directora de cine, guionista y productora ejecutiva Inés París y la directora de orquesta Isabel López. Todas ella conformaron ayer la mesa redonda ‘Mujeres y cultura’, conducida por María de Álvaro, jefa de edición y responsable del Aula de Cultura de EL COMERCIO. Y todas insistieron en esta idea.
El problema, concretaba París, es que «la cultura es ideología e ideología patriarcal». El acceso de las mujeres a los puestos de dirección en el mundo audiovisual, donde se decide qué se va a contar y cómo, «no es cuestión de tiempo. Así no se va a resolver, porque hay obstáculos concretos para entrar en ese ámbito ideológico y económico tan poderoso. El sistema está engrasado para que ese acceso no suceda».
Fundadora de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de los Medios Audiovisuales), añadió que «en el momento en que algo te delata como mujer en el mundo de la cultura, vas a estar discriminada. Definitivamente, tu sexo te marca definitivamente en tu carrera profesional. Es sorprendente. ¿Por qué ocurre? «Porque es un mundo muy masculinizado, en el que no entras por unas pruebas objetivas, por una oposición, sino que es un mundo de relaciones en el que tú vendes tus proyectos y donde las mujeres poderosas tienen una enorme carga de negatividad».
Prueba de ese techo infranqueable, dijo, es que el país con menos mujeres directoras de cine es Estados Unidos. «Es donde está la industria del cine más poderosa». Por contra, el país donde más mujeres salen a la calle con su cámara es Nigeria. «No hay ningún problema de voluntad. Las mujeres quieren hacer cine y acceder a puestos importantes, pero no se les deja. Por eso, tenemos que estudiar el fenómeno, revelar por qué ocurre y es tan sumamente eficaz».
«Influencia inmediata»
La visión y los puntos de vista de una mujer sobre su realidad y la manera de contarla influyen, indudablemente, en los contenidos del cine y la televisión. Y «la influencia de éstos en la sociedad es inmediata». A modo de ejemplo, recordaba cómo el personaje de Dana Scully en ‘Expediente X’ había triplicado la presencia femenina en las facultades de Ciencias. Por eso, insistió, en que los medios audiovisuales pueden hacer mucho, especialmente en un terreno tan «espeluznante» como es la violencia de género. «Ya se lo hemos dicho al ministerio, a la Dirección General de Cine. Si lo hiciera, pero es que no quieren hacerlo…», en alusión a los planes que CIMA le ha trasladado para ello. Quiso celebrar que «las mujeres de la cultura nos hayamos organizado. Es lo mejor que nos ha pasado en los últimos años», aunque insistió en la necesidad de que «las políticas culturales las marquemos las mujeres si queremos una entrada masiva» en los puestos de poder.
Isabel López, directora de la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Madrid, aludió al papel de la educación para que las niñas sean lo que quieran ser. Y, en esas edades, «a pesar de que se intenta hacer algo, la música no tiene apenas visibilidad». El mismo proceso vivió ella.
En su familia no había músicos, pero quedó maravillada el día que, a los siete años, se fijó en una orquesta y en un hombre con el pelo blanco de cuyas manos salía música. Enfocó su carrera hacia la dirección musical. «Éramos cuatro alumnos. Tres mujeres y un hombre y me dije: ‘Pues voy bien’. Aquel profesor, que en vez de Isabel me llamaba Sebastián, porque era lo que le salía, decía, no me quería enseñar, a pesar de que yo quería exprimir al cien por cien toda aquella formación».
Fue en el acceso a la academia Chigiana, en Siena, donde, con un zortziko de Ravel pudo «demostar lo que pude hacer y disfrutarlo». A su vuelta y viendo que no había mujers en la composición, decidió darles visibilidad y crear la orquesta, con instrumentistas de toda España y de todo el mundo: «Años después seguimos siendo un caso único en Europa».