Násara Iahdih Said se reencontró con Sol Caso, su madre de acogida gijonesa

ANA RANERA

Násara Iahdih Said lleva cuestionándose todo lo establecido desde que era una niña. Por su sangre corre ese carácter rebelde que la ha hecho romper cualquier silencio impuesto, pues alzaba ya la voz, aún cuando las palabras no formaban parte de su vocabulario. Násara llegó a Gijón, por primera vez, a los siete años cuando la familia de Sol Caso decidió recibir un verano a un niño saharaui, sin saber aquel día, que sus vidas no volverían a ser como habían sido hasta entonces. «Vi en un programa de televisión la posibilidad de acoger a un niño saharaui y acabó quedándose dos años a vivir con nosotros», contaba Sol, o mejor dicho, su madre española.
Násara vive actualmente en Cádiz y ayer regresó a su Gijón para participar en Futuro en Femenino, una excusa perfecta para aprovechar y reencontrarse, tras dos años, con Sol, con todos los amigos que aquí conserva y con las que, aunque no compartan sangre, son hermanas. Násara lleva años buscándose la vida y encontrándola siempre. Ahora estudia Derecho y Sol no puede evitar mirarla con orgullo maternal, mientras recuerda aquellas primeras semanas de Násara en Asturias. «Al principio para todos fue muy duro porque es inmensa la diferencia cultural, pero, con el tiempo, se convirtió en una más de la familia».
A Sol, Násara le cambió la vida y se la mejoró. «La vida se ve de diferente manera porque descubrimos un mundo tan diferente al nuestro que te influye y te cambia la manera de pensar».
Así, con la mente y los brazos abiertos, Násara y Sol se reencontraron, recordaron los lejanos primeros días y demostraron que no hay kilómetros suficientes para romper el lazo que las une.