Násara Lahdih. Fundadora de la plataforma Hijas de la Revolución. «Internet ha hecho que esté más radicalizada nuestra generación que la de nuestros padres»

OLAYA SUÁREZ

Násara Lahdih tiene 27 años, es estudiante de Derecho y fundadora de la plataforma ‘Amnat Thawra’, Hijas de la Revolución, que lucha por la defensa de las mujeres árabes, sea cual sea su religión.Nacida en los campamentos saharauis, desde los 7 a los 11 años estuvo acogida durante los veranos por una familia gijonesa. Llegó a vivir en Asturias durante un curso escolar entero, hasta que se fue a vivir con su familia a Canarias. Ahora reside en Cádiz y es todo un símbolo en la liberación de la mujer árabe.
–¿Tiene miedo por alzar la voz?
–En ocasiones sí, no lo voy a negar, pero es necesario, no nos podemos callar. Más de una vez he llegado a temer por algún daño físico a mí o a mi familia, me llegaron a amenazar con hacerle algo a mi madre por un vídeo que colgué en Twitter denunciando la situación a la que se enfrenta la mujer en la región del MENA, Medio Oriente y Norte de África.
–¿La globalización juega a favor de la apertura de la igualdad de la mujer árabe?
–Al contrario, hemos experimentado un tremendo retroceso. Los radicales han sido rápidos y han visto la posibilidad de llegar a todas las casas y personas a través de internet y los teléfonos móviles para captar a fieles a los que adoctrinar. La generación de nuestros hermanos está muchísimo más radicalizada que la de nuestros padres.
–¿Se ha producido entonces una involución en lo referente a igualdad?
–Totalmente. Los hombres ahora muestran su virilidad ejerciendo una enorme opresión con las mujeres de su familia. Estamos bastante peor que antes de la era de internet.
–¿Cree que los occidentales son conscientes de la situación de la mujer árabe?
–En Occidente se sabe que la mujer árabe no tiene igualdad, pero no es capaz de llegar a comprender el alcance real de la problemática a la que nos enfrentamos a diario.
–Define la vida de muchas mujeres árabes que viven en Occidente como esquizofrénica. ¿Por qué?
–Porque muchas optan por vivir una especie de dicotomía de la que es muy difícil salir. Por una parte tienes un comportamiento en tu casa, donde la mujer no vale prácticamente nada, y otra distinta en la calle, donde puedes mostrarte tal como eres. La familia para la mujer árabe lo es todo y romper esos lazos a veces es peor que llevar una especie de dos vidas paralelas a las que una mujer se acaba acostumbrando. El 90% lleva una doble vida, están más cómodas con esa situación que rompiendo con todo.
–¿Les daría algún consejo?
–A mí muchas veces me escriben mujeres preguntándome cómo he podido llegar hasta aquí y se me encoge el corazón sólo de pensar en el sufrimiento que pueden tener. No me veo capacitada para dar consejos a nadie, pero hay que ser valiente.
–¿Qué herramientas tienen en su lucha?
–Las redes sociales y la educación. Así como digo que internet ha hecho mucho daño a la mujer árabe, también es un canal de comunicación para hacernos oír.
–¿Hay esperanza en que se produzcan cambios?
–Sí, si otras pudieron nosotras también. Es muy complicado porque el trato que se da a la mujer está muy arraigado en la cultura y en la religión, va a costar mucho, pero no nos podemos quedar con los brazos cruzados.