Vanda Martins. Directora Fundación EdP: «Las mujeres se enfrentan a mayores dificultades cuando las cuotas no existen»

EDUARDO PANEQUE

La suya era una carrera centrada en el área de administración de empresas hasta que un día recibió la llamada de una compañía energética. De eso ya hace 15 años, los que Vanda Martins (Lisboa, 1971) lleva al frente de la Fundación EdP. Desde su despacho en Oviedo lidera, entre otras, las iniciativas de responsabilidad social de la compañía.
–Un sector como la energía y con una mujer al frente, ¿es ejemplo rompiendo un techo de cristal?
–Recuerdo que, cuando comencé en EdP, tuve reuniones con los principales clientes y pensaban que era ingeniera, lo que demuestra que logré aprender lo necesario sobre energía. Admito que, entonces, viví algunas situaciones peculiares por ser mujer. Pero considero que las competencias, el buen trabajo y la educación son las herramientas que nos permiten superar estas situaciones y dificultades añadidas que nos encontramos las mujeres.
– O sea que se ha sentido juzgada por ser una mujer la que estuviera al frente.
–Al comienzo de mi carrera, algunas personas se sorprendían por mi forma de gestionar y decían que lo hacía «en femenino». En realidad, siempre pensé que tenía que gestionar de manera diferente a mis compañeros porque soy una mujer y una profesional con habilidades y competencias que quería aprovechar, y no abandonar, por asumir un rol «masculino» de liderazgo. Es la diversidad lo que les da riqueza a las organizaciones.
–¿El liderazgo femenino debe de ser distinto del masculino?
–El principal problema está en que todavía se interpreta en base a esas características masculinas lo cual obliga a muchas mujeres a adoptar formas de liderazgo en base a las mismas, y al revés, a muchos hombres a rechazar lo que podría considerarse su «lado femenino». Es necesario que las mujeres pongamos en valor esas características pero también que los hombres aprendan a desarrollarlas.
–¿Qué barreras frenan el desarrollo profesional de una mujer?
–Muchas, fundamentalmente barreras invisibles relacionadas con los estereotipos de género y los roles culturalmente aceptados para hombres y mujeres. Esto empieza en la escuela, en la educación y en los mensajes que reciben desde pequeñas las niñas, y también los niños. Muchas mujeres muy válidas renuncian a ascender profesionalmente porque no son capaces de romper con la presión social y familiar que reciben para que no prioricen el ámbito profesional frente al personal.
–¿Ha tenido que renunciar a algo en su vida personal para llegar donde lo ha hecho?
–Todas las personas que asumen puestos de responsabilidad tienen que hacerlo. La cuestión es que esta es una pregunta que se hace únicamente a las mujeres ya que se les presupone una mayor responsabilidad en el ámbito doméstico o la presión para que sean madres.
–¿A favor de las cuotas?
–Las mujeres se enfrentan a mayores dificultades para avanzar profesionalmente y cuando las cuotas no existen o son voluntarias se avanza, sí, pero a paso de tortuga y con grandes esfuerzos y sacrificios. En España, por ejemplo, las generaciones de las mujeres que hoy tienen menos de 50 años están más educadas que los varones de su misma edad. Pero, cuando miramos a los puestos de dirección, vemos cómo aparece ese techo de cristal.
–¿Qué retos tiene a futuro?
–Tanto externos como internos. Por un lado alinear la estrategia empresarial de EdP con nuestros compromisos sociales y medioambientales, así como mantener un equilibrio entre la agenda global, que nos marca el camino, con nuestros compromisos más locales.