«No podía irme del Ejército sin contar lo que pasaba con las mujeres y los homosexuales»

OLGA ESTEBAN

Es difícil decir qué o quién es Patricia Campos (Castellón, 1977). ¿Piloto? Sí, fue la primera mujer piloto de reactor de la Armada. ¿Entrenadora de fútbol? También. Se formó en Estados Unidos y ha dirigido varios equipos. ¿Cooperante? Otra vez sí. Hace años se plantó en Uganda con sus botas y un balón y aquella locura ha acabado convirtiéndose en la ONG Goals for Freedom, que sigue trabajando en Uganda, pero también en Valencia, empoderando a mujeres a través del fútbol. Y finalmente ¿activista? Un sí rotundo. Su libro ‘Tierra, mar y aire’ se convirtió en una denuncia del machismo que sufrió en las Fuerzas Armadas y el camino elegido para hablar abiertamente de su homosexualidad.

–¿No tiene esa sensación de haber vivido varias vidas?
–Tengo la suerte de dedicarme a lo que me gusta. Mi madre me apoyó en todo, pese a que mucha gente me decía que no jugara al fútbol o que no podría ser militar… Siempre he luchado por mis sueños y soy afortunada de poder decir que los he conseguido.

–Se ha convertido en portavoz y altavoz. ¿Buscado?
–Desde pequeña me han gustado profesiones masculinizadas. No he buscado nada, simplemente era lo que me gustaba. Eso me ha llevado a ser pionera, referente. Pero si sirve de ayuda, encantada.

–«Las mujeres solo sirven para follar y bailar». Eso le dijo un coronel. Y asegura que no le guarda rencor…
–Antes era católica. Al vivir en Estados Unidos me di cuenta de que la Iglesia no quiere a las mujeres y odia a los homosexuales. Me dije, ‘¿por qué voy a pertenecer a algo que no me quiere e incluso se avergüenza de mi?’ Y mi pareja y yo nos hicimos budistas. Es un estilo de vida que, antiguamente, era para curar las enfermedades mentales. Perdonar te hace más feliz, guardar rencor me perjudica. La compasión te dice que cuando alguien actúa así es porque no tiene más conocimientos, que es ignorante. Así que cuando te encuentras con gente que te discrimina por ser mujer o ser homosexual tienes que compadecerte porque su cabeza no llega a más. Porque, si tienes todo el conocimiento, ¿cómo puedes discriminar a nadie por ninguna razón?

–Ahora lo cuenta con mucha serenidad, pero no sé si lo vivió así también.
–No, no, claro… Yo había aprobado una oposición, había estudiado mucho y muy duro, y no entendía por qué me trataban así. Me sentí más discriminada por ser mujer que por ser lesbiana… Pero bueno, yo es que lo tengo todo, solo me falta ser negra para cumplir todos los requisitos de la discriminación. Imagínate en un mundo antiguo como la Armada, donde te dicen que las mujeres no son bienvenidas…

–¿Se lo dejaron así de claro?
–Sí. No son bienvenidas. El Gobierno dijo ‘venga, para adelante’, pero no se lo esperaban. Para ir al baño me tenía que ir a casa, porque no había baño de mujeres. Hablo del año 2005, no del 1800.

–Entró en el Ejército porque quería volar. Y salió…
–Llevaba ocho años, pero no era feliz. Había conseguido lo que quería: pilotar helicópteros, reactores… Pero me dije: ¿Qué necesidad tengo yo de aguantar esto? Así que pegué un portazo y me fui a Estados Unidos a dedicarme al fútbol, otra de mis pasiones. Pero a la vez pensé… Si cierro la puerta y no cuento lo que pasa, cualquier otra tonta como yo vendrá y le amargarán la vida. ¿Cómo puedo contar lo que está pasando con las mujeres y los homosexuales en 2016. Y escribí ‘Tierra, mar y aire’, como un acto de responsabilidad moral. Llegué sin saber lo que me iba a encontrar y no quería que le volviera a pasar a ninguna.

–¿Al irse seguía siendo la única?
–Sigo siéndolo. Fui la única tonta que me metí…

–Hombre, con lo que explica en el libro, igual les quitó las ganas…
–Es verdad, igual las asusté. Pero no era mi intención. Pretendía que el Ejército reflexionara, pero se dedicaron a lincharme en las redes sociales y no ha cambiado nada.

–¿Qué es lo más difícil a lo que se ha enfrentado? ¿Pilotar? ¿Hablar de su homosexualidad? ¿La discriminación?
–Lo más difícil es ir a Uganda y ver la miseria y la muerte de cerca y ver que no puedes hacer tanto como te gustaría.